viernes, 1 de diciembre de 2017

El 'Factor AfD‘ o el síntoma de que algo se rompe

Alternativa para Alemania (AfD) ha cambiado la realidad política de Alemania. El surgimiento y establecimiento del partido alemán de ultraderecha más exitoso desde 1949 supone un cambio de paradigma político para el país más poblado, rico y poderoso de la Unión Europea. La actual incapacidad de formar gobierno por parte de los principales partidos alemanes es una muestra de ello. Alemania está descubriendo un escenario que hasta ahora le era desconocido: el de la inestabilidad política.

AfD fue fundada en 2013. En aquel momento, pocos habrían podido imaginar que un partido "nacional, liberal y conservador" podría realmente abrirse paso a la derecha de la CDU-CSU capitaneada con mano de hierro por la todopoderosa Angela Merkel. La realidad es que la sola presencia del partido ultraderechista en el Bundestag (en el que es la tercera fracción más grande) condiciona toda la política de Alemania, que hoy es un país más vulnerable, más inseguro, más rodeado de incertidumbres.

El reciente fracaso de conversaciones exploratorias para formar un gobierno federal como el de la Jamaika Koalition (CDU-CSU, FDP y Los Verdes) deja la sensación de que, sin AfD en el parlamento federal, ese inédito ejecutivo de coalición habría sido posible. Pero los ultras de AfD han demostrado durante los últimos dos años que es un partido capaz de pescar votos en todos los caladeros políticos del país. Su 12,6% de votos en las pasadas elecciones federales del 24 de septiembre da cuenta de ello. Y el resto de partidos parece tomar cada una de sus decisiones (o no decisiones) con un ojo puesto en el fantasma ultraderechista, que hoy en Alemania tiene 92 diputados en el Bundestag. AfD paraliza, osbtaculiza o condiciona al resto de actores del tablero político germano.

AfD es un fenómeno transversal, es el primer partido de ultraderecha alemán que recibe un apoyo relevante entre electores que tradicionalmente no habían votado ultra. Eso es precisamente lo que hace temblar las piernas al establishment político de un país con la historia moderna de Alemania. El ultranacionalismo político ha dejado de ser un fenómeno extraparlamentario en Berlín y ello supone la ruptura del consenso de posguerra nacido en Alemania sobre las cenizas todavía humeantes del desastre de la Segunda Guerra Mundial

El 'Factor AfD' genera vértigo en Alemania, un país cuya estabilidad parecía indiscutible hace tan sólo unos años. Y más vértigo generan aún las incertidumbres que llenan el futuro cercano de un proyecto como la Unión Europea, con una nueva crisis financiera, un recrudecimiento de la crisis de deuda del euro o el ascenso de la ultraderecha en otros países de la unión como Francia, Holanda, Hungría, Polonia o los países escandinavos nublando el horizonte. 

Franco Delle Done y un servidor lo vimos venir y lo advertimos en Factor AfD. El regreso de la ultraderecha Alemania, un libro por el que muchos no dieron ni un duro en su momento y que, lamentablemente, está validando su tesis: AfD no es más que un síntoma de que algo se ha roto en el sistema político alemán, de que algo ya no está funcionando en la Unión Europea, de que la política tradicional, y especialmente una izquierda con un proyecto colectivo verosímil y verdaderamente alternativo al omnipotente dogmatismo neoliberal, debe reaccionar antes de que sea demasiado tarde.


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