miércoles, 30 de noviembre de 2011

Pasividad ante el terrorismo neonazi alemán

Alguien me dijo una vez que el problema del neonazismo en Alemania no era tan grave como algunos querían hacer creer. Después de casi cinco años en este país, uno empieza a mirar de manera algo más crítica su realidad e historia, y esa sentencia me hizo reflexionar e incluso me llegó a parecer verosímil. Pero hace tiempo que hemos dejado de vivir en el mejor (o menos malo) de los mundos posibles, como demuestra la brutal crisis económica que sufre la eurozona y que parece haber sentenciado ya a la moneda común y la llamada "periferia" de la Unión Europea. Otra prueba de que no vivimos en el mejor de los mundos: la pasividad de las instituciones alemanas y los medios de este país ante la célula terrorista neonazi Clandestinidad Nacionalsocialista que asesinó al menos a 10 personas de origen inmigrante e hirió a más de 30, algunos gravemente, durante la última década.

Como apunta de manera valiente y bien políticamente incorrecta el corresponsal de La Vanguardia en Berlín, Rafael Poch, "los nazis han matado mucho más que el radicalismo islámico, que en Alemania no ha producido ningún gran atentado. Mucho más que la célebre 'Fracción del Ejército Rojo' de Andreas Baader y Ulrike Meinhof, que produjo 34 muertos entre su fundación en 1970 y su disolución en 1998, sin contar los 27 activistas que la banda dejó por el camino en tiroteos con la policía y huelgas de hambre. Esas violencias, que han inspirado toneladas de obras y titulares de periódico, se quedan muy cortas al lado de la violencia neonazi".

Toneladas de análisis, artículos, libros y programas de televisión dedicados al pasado terrorista de la extrema izquierda, mientras la extrema derecha mataba de manera impune a por lo menos 180 personas desde la reunificación alemana, como apunta la Fundación Amadeo Antonio. Ante tal escándalo, todo son preguntas: ¿por qué el Estado y los medios de comunicación no fueron capaces de reaccionar? ¿O es que no quisieron? ¿Hasta qué punto colaboraron los servicios secretos del Estado alemán con los tres miembros de la célula Clandestinidad Nacionalsocialista y su evidente red de apoyo social? ¿Es esto sólo el final de la violencia neonazi o estamos ante un revival del pistolerismo de extrema derecha ya conocido por este país? Bernd Wagner, ex policía, criminalista y cofundador de la asociación Exit, con el que tuve la oportunidad de hablar para una entrevista para el último número de Setmanari Directa, nos da algunas respuestas. Eligí una frase de la conversación como titular que me provocó un escalofrío al trascribirla: "En Alemania hay miles de militantes neonazis que son potenciales terroristas".

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martes, 15 de noviembre de 2011

Nacionalismo económico alemán

La deuda como arma de doble filo: como herramienta económica noecolonialista, como demuestra con claridad el trágico caso de Grecia, y como soga para la moneda común del euro y, por consiguiente, para ese proyecto político llamado Unión Europea que se nos aparece cada vez más desdibujado, a la espera de la sentencia final mientras agoniza bajo la dictadura de los libres mercados.

El que antaño fuera considerado partido proeropeísta por excelencia, me refiero a la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Angela Merkel, destapa sin tapujos sus vergüenzas nacionalistas, por mucho que la canciller se esfuerce por hacer malabares dialécticos pidiendo más esfuerzo para hacer frente a la crisis que sufre la eurozona y la unión política europea de la UE. El Gobierno de Merkel ha demostrado durante los últimos años a través de su política económica que le importa más mantener en positivo el balance comercial de Alemania y su tasa de inflación baja que sacrificar algo de la presunta buena marcha de la economía alemana para que a todos los miembros del euro les vaya un poco mejor. Eso es nacionalismo económico. Da la sensación de que Berlín ya da por amortizado el euro en este contexto de brutal crisis económica global que estamos viviendo.

Mientras, parte de la oposición alemana intenta recomponer los fragmentos de ese europeísmo hecho trizas. Es el caso de Los Verdes, un partido en pleno proceso de redefinición identitaria tras sus resultados (peores de lo esperado) en las últimas elecciones regionales de Berlín: mientras otros partidos apuestan directa o indirectamente por menos integración europea, Los Verdes creen que el camino es precisamente el opuesto. Y por ello abogan, por ejemplo, por la introducción de emisión de deuda común europea. Que no sólo se integre la moneda sino también la deuda y las pérdidas, si así fuera necesario. Es lo que me dijo recientemente Gehrard Schick, responsable económico de Los Verdes en el Parlamento alemán, en una entrevista publicada en El Economista.

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