sábado, 18 de abril de 2009

Mandy K.: doblemente víctima



Cuando el pasado Viernes Santo los visitantes del zoo de Berlín vieron a Mandy K. quitarse los zapatos, saltar la valla de seguridad y lanzarse de forma suicida al foso de los osos polares, una mezcla de indredulidad y estupor recorrió uno los recintos más visitados durante los días soleados en la capital alemana. Lars, el padre de la popular cria de oso polar Knut (convertida en símbolo de la ciudad), y sus tres hembras Tosca, Nancy y Katuscha estaban siendo alimentadas justo en el momento en que la joven de 32 años decidió arrojarse al foso de los animales. Los cuatro osos polares se acercaron lentamente a Mandy y, como era de prever, la atacaron.

Antes los gritos de espanto de los visitantes y de la mujer, los técnicos y criadores reaccionaron con rapidez para salvar la vida de Mandy. Mientras desde lo alto del foso intentaban mantener a distancia a los animales atizándoles con palos y lanzándoles todo tipo de objetos, intentaban sacar del agua a la mujer mediante cuerdas con salvavidas atados en las puntas. Tras varios intentos fallidos, y mientras los gritos de espanto de la mujer y de los visitantes se mezclaban y hacían más esperpéntica la situación, los trabajadores del zoo consiguieron finalmente rescatar a Mandy tras 10 minutos que se hicieron eternos para los visitantes del zoo, convertidos en circunstanciales espectadores de un espectáculo que nunca hubieran podido imaginar.

Los osos habían mordido a la mujer en diversas partes del cuerpo. Mandy, poseída por una ataque de histeria tras haberse dado cuenta del error casi mortal que había cometido, fue trasladada por los servicios de asistencia a urgencias de la clínica Virchow donde fue operada. Finalmente pudo salvar la vida. “Ha tenido una suerte grandísima. Los osos podrían haberla destrozado en cuestión de minutos. Alguien que hace una cosa así tiene que estar realmente harto de vivir”, declaró tras lo ocurrido el director del zoo de Berlín, Heiner Klös, que afirmó que de no haber conseguido sacar del agua a la mujer, sus trabajadores se hubieran vistos obligados a usar contra los animales las armas de fuego que tienen para este tipo de casos: “No me hubiera temblado el pulso”.

La historia pronto se convirtió en el tema de portada de los periódicos sensacionalistas alemanes como el Bild Zeitung, el diario más popular y vendido del país. De hecho, el BZ ofreció en exclusiva en su página web las imágenes del rescate de la mujer, que se han convertido ahora en un vídeo popular en todo el mundo tras ser colgadas en la plataforma de Youtube. La cabecera no pareció conformarse con ello y siguió exprimiendo la historia en sus ediciones de días posteriores. Comenzó así a bucear en la vida de Mandy K. en busca de las razones de su irracional actitud del pasado Viernes Santo.

Mandy K., madre de una niña de 8 años, vive en el barrio de Berlín oriental de Treptow-Köpenick, distrito proletario, con una cuota de desempleo que rebasa el 10% y, quizá por ello, con fama de tener un fuerte y arraigado movimiento neonazi. Según informa el Bild Zeitung en un artículo titulado “La triste vida de la mujer de los osos polares” publicado el pasado martes, la joven madre creció en la pequeña de ciudad de Herzberg, situada al norte de Berlín. Allí empezó una formación profesional para convertirse en secretaria, formación que nunca acabó. Posteriormente, comenzó a estudiar Pedagogía social, estudios que también acabó abandonando.

Tras no haber encontrado su camino profesional, Mandy se enamoró de Lars S., un ingeniero agrónomo de 36 años con el que decidió mudarse a Berlín y con el que tuvo a su hija. Sin embargo, las cosas comenzaron a ir mal y hace cuatros años la pareja se separó. Fue el principio de la pérdida de control de Mandy sobre su propia vida. Tras quedarse sin trabajo, las deudas comenzaron a ahogarla, hasta el punto de que su insolvencia le impedía pagar las facturas. La empresa eléctrica decidió cortarle la luz. La vida se le hizo tan cuesta arriba que la semana Mandy pareció perder la razón. El Viernes Santo, aprovechando que su hija estaba con su padre, se fue al zoo de Berlín y se arrojó al foso de los osos polares.

Los que conocen a Mandy coinciden en que la mujer hizo lo que hizo para llamar la atención sobre su precaria situación y no porque quisiera acabar con su vida. Si lo que pretendía la bautizada por la prensa como “mujer de los osos polares” era convertirse en centro de atención, desde luego lo ha conseguido. Mientras el vídeo de su dramático rescate corre por la Red, los tabloides alemanes siguen removiendo los rescoldos de su historia. Mientras tanto, Mandy K. sigue ingresada en la clínica Virchow recuperándose de las heridas, probablemente sin ser consciente de haber sido doblemente víctima: de la desesperación provocada por las desgraciadas circunstancias de su “triste vida” y del implacable espíritu depredador de la prensa amarilla alemana.

1 comentario:

m dijo...

de no saber-ne res a saber-ho tot, eh? :-P